martes, 1 de noviembre de 2011

Estable Dentro de su Gravedad


De alguna manera tengo que echarlo afuera, no me diste la posibilidad de decírtelo a la cara, y creo que esta es la mejor manera de decirlo. La angustia de no saber nada de ti y que no me permitas saberlo, me complican. Mi cama se ha transformado en el peor infierno para tratar de dormir. La música que más quiero ya no me calma. Felipe, el que ha estado por tantos años se ha ido, debe estar vagando por algún otro sistema, buscando la manera de sonreír. Ni siquiera la canción más optimista me hace bien. Siempre decía que no me gustaban las canciones compuestas con acordes menores, porque las encontraba tristes, y ahora me identifican tanto. Ya no puedo seguir con la garganta hecha un nudo, por impotencia de que esto sea así.
Ahora me pongo a temblar cada vez que te marco el teléfono, que te escribo, no sé qué decir, porque me da miedo que cosa me vayas a responder. Miedo. No sé como esto pudo llegar a pasar. Miedo que seas tan cortante, miedo a sentir que es un compromiso que me respondas, que ni siquiera un hola me respondas, sino con un qué quieres.  Que 8 números y una tecla me priven de hablarte, y que haya llegado al punto de que por favor me contestaras. Que unas palabras no escritas, no me permitan saber algo de ti. Y que nos separan 6 horas. Me siento un fantasma, y es por ese miedo que no te puedo escribir, y por ese nudo en la garganta que no te puedo hablar.
No entiendo, lo único que hubiese querido era darte un abrazo para apoyarte, y ser de los primeros en entenderte, haber estado presente. Pero rechazaste mi apoyo. Rechazaste mi presencia. Siempre te dije que con una hora bastaba. Si vuelvo a pensar en esto, te lo juro lloraría. Es lo que más duele. Como amigo, siempre tengo presente a los que puedo contar con los dedos de mi mano. Y tu como mi amada, más aún.
Si no aclaro mi dolor, seguiré en este círculo. Esto no se puede quedar sin ser hablado frente a frente, como debería hacerlo. Y cada vez pienso en esto, el universo me manda una canción que tanto me identifica contigo. En la micro, en el trabajo, es algo de locos. Hace cuanto tiempo que no sueño. Hace cuanto tiempo que no sonrío. Cuanto tiempo que no escucho algunas palabras alentadoras. Que las únicas devueltas fueron para un no, o un analgésico nada más. Tengo miedo de, como alguien aseguró por su experiencia, recaer para poder aliviar el dolor.
Si no te quisiese tanto, no estaría haciendo esto. Hablar con la verdad y decir las cosas, nos hacen hombres, no hay que guardar los rencores junto al corazón, el que no está conmigo. Y esto es para nada más que rescatar al Felipe que muchos conocen, se ha ido y ha dejado una gran herida en el pecho y un nudo en la garganta, se llevo los ojos verdes y a el mapache ladrón. Por supuesto que hay otras cosas que me hacen seguir queriéndote tanto, y que si pudiera verte, no dudaría en decírtelo.